Seis pasos para convertir un plan en acción.
Para la ejecución de cualquier proyecto es importante poder desarrollar un plan con el mayor detalle posible que permita conocer con perfección las metas que se pretenden alcanzar, así como los hitos que se deben ir alcanzando a lo largo del camino. La meta final debe ser fragmentada en “x” hitos intermedios que deberán ser alcanzados antes de la consecución del objetivo final. De esta forma, un objetivo grande, o a muy largo plazo ha quedado reducido en varios subobjetivos más pequeños, y/ó más inmediatos, que nos permitirán ir midiendo nuestro progreso.
La fragmentación del objetivo final en subetapas nos permite gestionar mucho mejor las desviaciones. La toma de decisiones también se simplifica, pues es posible decidir con mayor inmediatez en un entorno de menores dimensiones.
Una vez conocemos esto, ya tenemos trazada la ruta. Ahora es momento de empezar a diseñar la estrategia para la consecución de las distintas etapas que hemos diseñado previamente.
Para cada etapa, debemos determinar :
- Objetivo que pretendemos alcanzar.
- Fechas para la realización.
- Personas de la organización que podrían estar involucradas en el proyecto.
- Personas ajenas a la organización que podrían ser de utilidad en nuestra andadura.
- Personas que podrían ser un impedimento en el camino.
- Obstáculos que podríamos encontrarnos en nuestro recorrido.
- Posibles soluciones o alternativas a cada una de los obstáculos que ya prevemos inicialmente.
- Fechas para la realización.
- Personas de la organización que podrían estar involucradas en el proyecto.
- Personas ajenas a la organización que podrían ser de utilidad en nuestra andadura.
- Personas que podrían ser un impedimento en el camino.
- Obstáculos que podríamos encontrarnos en nuestro recorrido.
- Posibles soluciones o alternativas a cada una de los obstáculos que ya prevemos inicialmente.
El diseño de la estrategia teniendo todo esto en consideración nos sitúa en una posición de mayor certidumbre, y nos permite anticiparnos adecuadamente a muchas de las cuestiones que nos vamos a encontrar. Evidentemente, no seremos capaces de preverlo todo. El azar existe, pero sí es cierto que podremos reducir la certidumbre en un porcentaje importante. Así, estaremos preparados desde el minuto cero para todo lo que sabemos que podrá ocurrir.
Llegado a este punto, ya sabemos el objetivo final, los subobjetivos intermedios, y la estrategia que vamos a llevar a cabo en cada etapa intermedia.
Pues bien, ha llegado el momento más importante. El momento de pasar a la ACCIÓN. Es el momento en el que cerramos el libro de la teoría, y empezamos a poner en práctica todo lo que hemos previsto.
Para la ejecución de todo el plan, podríamos destacar las siguientes cuestiones :
1 – El líder del proyecto debe ejercer su condición. Deberá compartir la información con el resto del equipo y conseguir su involucración total para que cualquier acción que se desempeñe por cualquier miembro de la organización esté siempre orientada hacia el objetivo ó subobjetivo. Las personas que componen el equipo deben entender muy bien lo que se persigue, y reconocer los objetivos a alcanzar como suyos. La implicación, en este punto es muy importante.
2 – Determinar con la mayor velocidad posible dónde están los puntos críticos de cada etapa. El hecho de haber previsto con antelación qué personas o cuestiones podrían suponer un obstáculo nos permitirá anticiparnos para evitar la influencia negativa de estas personas o cuestiones.
3 – Poner en contacto a las personas de nuestra organización con las personas externas que hemos determinado que podrían ser claves para la consecución de un buen resultado.
4 – Cuando aparezcan las dificultades, el hecho de compartirlas con la organización, y comentar cómo ya habían sido previstas, y de qué forma se habían previsto solucionar, ayudará a encontrar el camino adecuado.
5 – Análisis del progreso. Cualquier movimiento que se produzca debe ser medido en términos de acercamiento hacia el objetivo. La remuneración y los incentivos deben estar alineados con la consecución de los resultados planificados. Identificar los hitos clave, y establecer qué recompensa existirá en cada momento por la consecución de ciertos resultados podrá ser un excelente incentivo para la organización.
6 – Compartir los éxitos. Cuando se consiga algún hito importante, éste deberá ser compartido con todos los miembros del equipo. Supondrá un importante aliciente en el camino para conseguir el objetivo último principal.
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